Periodistas que opinan o debaten públicamente sobre un tema empresarial sin tener los conocimientos necesarios de economía. O sobre un asunto de salud sin ser médicos. Y así acerca de leyes, medio ambiente, cultura, deportes... Las mismas personas sentando cátedra en cualquier asunto. El que sea. Sin importar que sea delicado, que pueden confundir, generar prejuicios y causar daños irreparables. Todo esto es el periodismo intruso y falso, sin rigor ni honradez intelectual, que se está extendiendo como una pandemia en los medios de comunicación, atacando los pilares de nuestra vocación. Deberíamos decir "no". Dar un paso al lado y ofrecer ese protagonismo a voces expertas. ¿Reflexionamos? ¿Actuamos?
Marta Vergoñós Pascual, periodista y politóloga, lo descubría esta misma semana en "La Vanguardia": "La Seguridad Social no los contempla como una categoría profesional determinada, pero, al igual que a los superhéroes, se les puede diferenciar del resto de mortales gracias a una habilidad singular. En su caso, la capacidad de opinar y crear hipótesis sobre cualquier persona, cuestión o acontecimiento. Son los tertulianos profesionales. Personas capaces de saber las causas de un accidente antes que los peritos, de diagnosticar enfermedades mentales antes que cualquier doctor y de prever las consecuencias de una catástrofe incluso antes de que suceda".
También nos sirve como referencia la experiencia personal que relataba en la Fundación Juan March el filósofo y profesor Alfonso López Quintás. Cuando era invitado a hablar en una televisión y preguntaba de qué, le contestaban a veces: "¿Hombre, qué más da? ¡Tú vienes y dices lo que quieras!". Su respuesta: "No. Decir lo que quiera puede ser intrusismo, puede ser una intromisión... Porque si yo digo opiniones que no están bien fundadas, puedo hacer daño al público, lo puedo desorientar. Y yo no puedo hacerlo. Ahora, si es un tema que yo conozco, que conozco bien, no de cualquier manera, entonces voy, me siento con libertad para hablar". Todo un ejemplo.
¿Osadía descontrolada? ¿Necesidad económica? ¿Afán de protagonismo desmedido? ¿Vanidad? El hecho es que demasiados artículos y tertulias se nutren de comentarios de periodistas que no dominan ese tema. Sin estar formados o ni si quiera documentados. Ya lo advertía de esta manera el maestro Jesús Hermida: "Lo que no somos los periodistas es predicadores ni sentenciadores de la verdad y hay muchos en televisión y radio sentenciando la verdad".
Es el momento de rebelarse. De ser valientes y humildes para decir no. De recuperar nuestra vocación de periodistas, la misión y visión, ese "puzle de mil piezas", entero y no incompleto, tal y como propone otro filósofo contemporáneo, Javier Gomá Lanzón.
Ahora te toca a ti. ¿Escribes, opinas o debates públicamente sobre asuntos que no dominas? ¿Conoces casos así? Te invito a comentar o compartir estas ideas. Hasta pronto, si Dios quiere... Y vuela alto.
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