Ha fallecido en silencio. Sin protagonismos. Roto por el brusco adiós de su mujer y un hijo. Agotado en la batalla contra el cáncer. Con alegría y nobleza. Como el deportista que era. Como un señor. Y siempre, hasta el último momento, ayudado, escuchado, acompañado... Querido, por su segundo hijo: el periodista. Apenas han pasado unas horas y esta huella queda grabada más, si cabe, por las fiestas tan especiales que ahora revivimos. Es tiempo para preguntarse: ¿cómo comunicamos los comunicadores en familia?
Periodistas que escuchen y sin profesionalitis
Hace unos días, la directora de la Unidad de Cuidados Paliativos del hospital St Joseph’s Mercy Oakland (Michigan), Peg Nelson, concedía una entrevista a The Atlantic ("Midwives for the Dying") donde explicaba cuál debía ser el papel de una enfermera/o que atiende a un paciente en situación terminal: más que los aspectos puramente médicos, el éxito o el fracaso de un tratamiento tiene que ver con la humanidad del personal médico. "Siempre hay algo que puedes hacer: siempre puedes escuchar –de verdad– al paciente y a los familiares; siempre puedes acompañarles físicamente, que es mucho; siempre puedes preocuparte por ellos (...) Si haces bien tu trabajo, puedes ayudar a la gente a encontrar un significado a su vida y a su muerte, incluso algo bello en todo el proceso".
Mientras la vida se nos escapa entre las manos, los periodistas o comunicadores seguimos viviendo en nuestros absurdos "mundos de Yupi". O peor, en el de una destructiva y egoísta "profesionalitis". Por eso, debemos estar atentos a los avisos continuos que nos llegan en forma de dolor, accidentes, enfermedades... Para detenernos y pensar ¿cómo atendemos a nuestras familias? ¿En casa de herrero cuchillo de palo? ¿Escuchamos? ¿Acompañamos? ¿Servimos? ¿Sembramos alegría y armonía? ¿Qué testimonio ofrecemos? ¿Decimos que los queremos? ¿Lo hacemos antes de que sea demasiado tarde?
"Permiso, gracias y perdón"
Basta ya de silencios en casa. Dejemos de aislarnos. Superemos las barreras del desinterés, la frialdad, los prejuicios ideológicos o los estereotipos para influir, de manera positiva, en las vidas de quienes nos rodean. Sin dejar al margen la verdad. Sin manipular emociones. Sirviendo. Comunicando mucho más en positivo. Con alegría y responsabilidad. Y si no sabemos, ya es hora de aprender o de pedir ayuda para darnos, mejor que recibir. ¿Usamos las tres palabras claves que ha propuesto el Papa Francisco: permiso, gracias y perdón? "Pedimos permiso para no ser invasivos (...) ¿cuántas veces al día le das las gracias a tu esposa? ¿Y tú a tu marido? (...) no terminen el día sin hacer las paces. La paz se rehace cada día en la familia. Pidiendo perdón: 'perdóname', y se recomienza de nuevo".
Una prueba más de la ridícula vorágine en la que nos movemos la recogemos esta vez de la ONG Oxfam Intermon y su campaña #pezliznavidad, que nos invita durante estas fiestas a no gastar tanto dinero en regalos inútiles y sí destinarlo en otros que ayuden a personas necesitadas: semillas, material sanitario, sueldos para profesores o cualquier producto de comercio justo. Por ejemplo, el precio de uno de esos artilugios musicales con forma de pez supone que una familia en el Cuerno de África puede alimentarse durante un mes.
"Dilo como quieras"
Pues qué mejor regalo para estas fiestas que mejorar nuestra comunicación con los amigos, con la familia. O lo que es igual: "Dilo como quieras / Say it as you like its". Ese es el mensaje de la felicitación navideña que ha difundido la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra. Dirigido especialmente, a los periodistas y comunicadores que no pueden celebrarla en casa: Marc, Javier, Ricardo... Aquí puedes ver el vídeo.
¿Y tú? ¿Empezarás a comunicar más y mejor durante las fiestas con los tuyos? ¿Estás de acuerdo en que los periodistas pecamos de malos comunicadores con nuestra gente? ¿Estás dispuesto a recomenzar? Anímate a comentar o compartir estas reflexiones. Además, te invito a suscribirte al blog en busca de un Periodismo y una Comunicación de valor, calidad y rentable. Hasta el próximo sábado, si Dios quiere... Y vuela alto.
Comentarios
Publicar un comentario